viernes, 17 de abril de 2009

LA CALLE DE ESTE DIA -Poemas- Bs.As. 1982

LA CALLE DE ESTE DIA

Y así van estos días
del techo roto,
de maderas
y la ventana con su cielo
de cortina,
de inestrellable pecho hondo.


Estos días en que amo
y toco
la sensitiva palidez lunar,
la aureola triste
de los irreversibles santos,
por el mismo paisaje
en que fueron crucificados.

Podría irme yo mañana
por el camino
del mar o la llanura,
podría ser yo el errante,
el prófugo o convicto,
el árbol demolido, el mineral
caliente que un herrero
machaca y templa o pulveriza
con la impiadosa precisión
del tiempo

Podría irme yo mañana
a calcinar
mis ojos y mi boca
a un salar nocturno, o a beber
de un solo trago amargo las antiguas
tragedias que pusieron
en mi copa.

Las oleadas de desgraciados elementos,
de remotas inclemencias,
de furiosas traiciones y tradiciones.


I

Mañana que es justo
este paso que aún no doy
o que di mil veces,
repitiendo la vieja y futura
cadencia de mis pies,
ya muertos y sumergidos,
ya vivos encima del planeta y de la luz,
de las guerras,




del pasado que piso
como quien va sobre
un montón de esqueletos invisibles,
sobre la inmensidad del fuego
y las aguas
del hombre y la mujer fundantes
de esto que no soy
porque no sé,
porque me toco y veo
como si nunca acabara de nacer
o marcharme.

II

Ahí pasan bajo el ojo en llamas
del sol.
Ahí pasan,
mujeres, hombres, cosas.
Hay letreros en la sombra,
figuras de irrecordables gestos,
de múltiples muecas
bajo los toldos.
Las baldosas palpan los pasos:
aquí un niño,
aquí un anciano,
aquí un cadáver.
Un baldío abre su boca
en un bostezo de moscas y vapores.
Una rata se pierde en una alcantarilla:
antes de irse para siempre
da un coletazo neurótico
en el aire.
Ahí pasan: es un blazer con corbata
y un vestido transparente,
una camisa,
un zapato mordido por las rabiosas
ruedas de los autos.

IV

Vamos!
Más rápido!
Hay que pagar el buen sueño
de esta mañana
cuando despertaste
creyendo que ya estabas muerto,
que entrabas a un subterráneo
repleto de hormigas sudando, que
subías a un colectivo
apartando culos y piernas,




codos y el mal aliento,
y luego te apartaban, te dejaban
justo en la esquina del verdugo.
Y tu alma quería salirse del pecho
te golpeaba desde adentro enloquecida:
Quería un poco de luz,
nada más que un mechón,
una chispa,
una fibra de luz.

V

Ahora las sombras levantaron
su pared, sus silenciosas espigas.
Las agujas del cansancio
bogan en tu sangre, en la íntima
batalla de tus ojos,
en tus rodillas de plomo, en tu madera
donde esculpen
como fantásticos cinceles,
los dedos mínimos
de tu impotencia diaria.

VI

Vamos!
Hay que pagar una vez más
la precaria canción de la esperanza.
Vamos!
Que vendrán con cuentas inauditas
a cobrarnos la ilusión descosida y temblorosa.
Este eléctrico hilo
que nos
levanta
cada
madrugada.

Estos poemas fueron escritos entre los años 1983-1985, en el barrio de la Boca, Buenos Aires. Forman parte de un libro "La calle de este día. Otras calles. Otros poemas".

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